Creo, Veo Y Siento

Autora: Raquel Vilar Astasio (Cazorla)

Poema titulado: Creo, Veo Y Siento.

(Leyendo a Allan Kardec)

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Creo en Dios Padre, Creador potente

por su misma creación santo y bendito;

Creo en Dios Padre, aurora refulgente

que dora el Universo; eternamente

vida, luz y expansión del infinito.

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Creo en Dios en verdad; también le creo

en Espíritu firme y elevado;

con los ojos del alma yo le veo.

Allí donde le adoro y le deseo

y allí donde le quiero está a mi lado.

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Le veo en esa esfera rutilante

adornada de estrellas, torbellino

de soles con reflejos de diamante.

Si le olvido, le veo muy distante;

si le llamo, le encuentro en mi camino.

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Le veo en el aroma de las flores,

le veo en el arrullo del jilguero,

le veo en la ilusión de los amores,

le veo do hay virtud y hay pensadores

y do existe el cariño verdadero.

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Le veo en la doliente melodía

de cítara o salterio, cuyas notas,

despertando en su arrullo el alma mía,

hacen brotar raudales de alegría

y hacen caer las aflicciones, rotas.

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Le veo en la cultura que acrecienta

el afán por las ciencias y las artes;

le veo en el fragor de la tormenta,

porque Dios es Inmenso, y se presenta,

si le quiero mirar, en todas partes.

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En todas partes el mortal le mira

si nace de su Espíritu el deseo,

y no sigue el error ni la mentira.

Pensando en él, mi pobre ser se inspira

y canta sin cesar: Dios, en ti creo.

****

Creo en ti, Allan Kardec, pues tu doctrina

es fuente inagotable de consuelo.

Tu rasgaste la etérea neblina

que al hombre cobija en sombra indiana,

y le enseñaste a mirar al cielo.

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Creo en ti aterrado ante el abismo

que estaban sumergidas las conciencias,

empezaste a luchar con heroísmo,

y en el seno del mal, ESPIRITISMO

fue el grito salvador, la suma ciencia.

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Nació el sol que faltaba a los mortales

y rodaron por tierra los errores

y se explicó la causa de los males;

y aquellos poderosos ideales

hoy profesan los grandes pensadores.

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Ya no existe la nada en el vacío.

Todo contiene un algo en sus entrañas

que canta del Creador su poderío,

lo mismo en el desierto crudo y frío

que en la aridez sin fin de las montañas.

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Y flotando, radiante de hermosura,

por todo lo infinito e ignorado,

vagaba afortunada criatura

que deja la terrena vestidura

y rápida hacia Dios ha progresado.

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¿Queréis saber la causa del misterio

de que nada en su fondo es infelice?

¿Queréis saber por qué en el cementerio

no está del caos el terrible imperio?

Leed a Allan Kardec, él nos lo dice.

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Leamos pues sus libros donde existe

la solución eterna de la vida;

todo un problema que parece triste

y es de gozo y de paz, porque consiste

en tener la conciencia convencida.

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No ignorar que la Tierra es transitoria;

no olvidar que la muerte es tenue lazo

que se desata sin borrar la historia

del ser que cantará siempre victoria,

si se une al bien en fervoroso abrazo.

****

Yo creo Allan Kardec, en tu doctrina

aurora de bonanza y de consuelo

que a nuestro ser constante le ilumina.

¡Gloria a Kardec! Por la misión divina

de abrirnos en la Tierra el alto cielo.

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Estudiemos, que así las ilusiones

serán realidades sin tardanza.

Estudiemos. Borrando las pasiones

arderá en nuestros fríos corazones

el fuego del amor y la esperanza.

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(*) Krainfort de Nínive.

(Poesía titulada: Creo, veo y siento. Extraído de la revista “La Voz de la Verdad”; nº 246. Barcelona, 14 de septiembre de 1912).

(*) Seudónimo del poeta espiritista Eustasio Juan Vidal; fue redactor jefe de la revista «La Luz del Porvenir» de Valencia.-(Bibliografía Espiritista Española: 1857-1936. Oscar M. García).

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