TODO ES JUSTO (Continuación)
“Nosotros venimos a demostrar que el alma nunca muere y que el hombre es el que así mismo se premia o se castiga; que las leyes de Dios, que son las que rigen la Naturaleza, son inmutables. Venimos a aconsejaros, a fortaleceros, a enseñaros a conocer la armonía universal, a contaros la historia de vuestros desaciertos de ayer, causa de vuestros infortunios de hoy.
Esta es la misión de los espíritus cerca de vosotros, impulsaros al trabajo, al cultivo de vuestra razón, que es la que os ha de conducir al perfecto conocimiento de Dios. Cuando comprendáis que en la Creación todo es justo, entonces será cuando adoréis a Dios en Espíritu y verdad, entonces alabaréis su nombre con el hosanna prometido por las religiones, que aún no se ha cantado en la Tierra por la raza humana; las aves son las únicas que lo entonan cuando saludan al astro del día en su espléndida aparición”.
“Recordad siempre que no hay gemido sin historia, ni buena acción sin recompensa.»
«Trabajad en vuestro progreso, y cuando encontréis uno de esos desgraciados, como el Espíritu que ha dado origen a nuestra comunicación, compadecedle, porque tras de aquel sufrimiento tan horrible, le esperan por razón natural muchas existencias dolorosísimas, en las cuales la soledad será su patrimonio (*).
Y aunque como os he dicho antes, el Espíritu nunca está solo, al alma enferma le sucede lo que al hombre cuando sale de una enfermedad gravísima, que en la convalecencia está tan delicado, tan impertinente, tan caprichoso, tan exigente, que toda su familia tiene que mimarlo, acariciarlo y prestarle los más tiernos cuidados; y esto mismo exigen los espíritus cuando salen del caos de los desaciertos y comienzan su rehabilitación; entonces quieren el amor de la familia, la simpatía de los amigos, la consideración social, y como no han ganado lo que desean, como no lo merecen, no lo tienen.
Y aunque no les falte un ser que los quiera y los compadezca, eso no es bastante para ellos. Quieren más, y corren anhelantes tras un fantasma que los hombres llaman felicidad, y como el judío errante de la leyenda, cruzan ese mundo sin encontrar una tienda hospitalaria donde reposar”.
“La mayoría de los seres encarnados en la Tierra, sois enfermos convalecientes, y sólo en los espíritus encontraréis los médicos del alma que calmarán vuestra sed devoradora”.
“Estáis cansados y fatigados, tenéis hambre, tenéis frío; reposad un momento, vuestros amigos de ultratumba quieren hacer menos penosa vuestra jornada, demostrándoos con hechos innegables que en la vida infinita todo es justo”.
¿Qué expresaremos después de lo que nos ha dicho el Espíritu? Que estamos completamente de acuerdo con sus razonadas consideraciones. Por experiencia harto dolorosa tenemos que concederle la razón y repetir con él que la Tierra es un hospital de generaciones enfermas que están pasando la convalecencia. Sólo los espíritus de buena intención son los que pueden conseguir con sus sanos consejos nuestro alivio y regeneración.
Nosotros, hemos debido al estudio del Espiritismo los goces más puros de nuestra vida. Hemos adquirido una profunda resignación y un íntimo convencimiento de que nadie tiene más de lo que se merece. Esta certidumbre es la verdadera, la única felicidad que puede tener el Espíritu en medio de su expiación.
Nosotros, estudiando la Naturaleza, leyendo en ese libro que nunca tendrá fin, admirando la exactitud matemática que tienen sus leyes, trabajamos cuanto nos es posible en nuestro progreso, y cuando la soledad nos abruma, cuando el desaliento nos domina, miramos al cielo, vemos en él los resplandores de la eterna vida y decimos: ¡En la Creación todo es justo!
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(Extraído del capítulo XXXVI; “Todo es justo”(Continuación); de la obra La Luz del Futuro).
(*) La historia de Arcadio Góngora se encuentra narrada al principio de ese mismo capítulo).
Imagen principal: jarmoluk