Sufrir ¿Para qué? Por Miguel Vives.
Cuando el Espíritu abandona la vida libre del espacio y viene a encarnar en la Tierra, si no es Espíritu de gran turbación ya sabe que vendrán para él luchas, sufrimientos, pruebas, desengaños y toda clase de contrariedades; pero ¡Ay! La turbación de la materia es tan tremenda, que el Espíritu queda sin conocimiento de causa durante todo el tiempo de su infancia, y cuando despierta a la vida, se encuentra rodeado del bien y del mal; entonces empieza a reflexionar, y los hábitos e inclinaciones adquiridas se manifiestan con todo su poder.
Como todos los espíritus que venimos a encarnar en la Tierra tenemos más de malo que de bueno, en nuestros primeros actos, hechos con conocimiento de causa, se manifiesta enseguida la tentación a los vicios, pasiones, orgullo, afán de bienestar, y sólo cuando viene la edad madura y después de muchos sufrimientos, desengaños y situaciones terribles, el Espíritu se detiene, y a veces, no siempre, emprende un nuevo derrotero y busca la paz, no en las comodidades y halagos del mundo, sino en la quietud, en la reflexión y en el estudio. Entonces es como el ser encarnado busca, estudia, analiza y encuentra la verdad, como los espiritistas hemos encontrado.
COMODIDADES, RIQUEZAS Y HONORES
Pero éstos somos en corto número con respecto a la generalidad; la gran mayoría se aferran a las comodidades, riquezas y honores del mundo, y siguen su existencia sin haber realizado gran progreso moral, y muchas veces contrayendo grandes responsabilidades que, además de hacerles sufrir mucho, les obliga a volver a la Tierra, y esto les sucede tantas veces como el Espíritu necesita para llegar al estado de depuración y de lucidez, que ha de tener para quedarse en las moradas de luz y gozar de la dicha espiritual que gozan los justos.
Los espiritistas estamos menos expuestos a caer en las turbaciones de la generalidad; pero no estamos exentos de ellas.
Muy difícil es elevarse a la altura de la misión que tenemos cada uno de nosotros; ya he dicho que nosotros somos la luz del mundo, lo dije en la “Guía práctica del espiritista”, y si bien debemos ser la luz del mundo, porque nosotros estamos iniciados en las verdades morales y filosóficas que pueden conducir a la humanidad por el más directo camino, debemos ser hombres prácticos en la virtud, y mayormente en la virtud de saber sufrir.
Sufrir con resignación es poco; es necesario sufrir con calma, con serenidad y con el conocimiento de causa, que el sufrimiento depura, engrandece y fortifica el Espíritu; sufrir es elevarse, es hacerse Espíritu de luz; sufrir es pasar por el camino que han pasado los mártires, los héroes, los justos; sufrir es aprovechar el tiempo.
.. el sufrimiento pasado, como nos aconsejan los buenos espíritus, es la prenda de más valor que llevaremos en el reino de Dios.
Pero es necesario sufrir bien; sufrir, si es posible, con alegría, o cuando menos con una tranquilidad que, los ratos que los sufrimientos nos dejan libres, tengamos la satisfacción de haber sufrido bien y la seguridad que hemos ganado algo en la vía de nuestro progreso y que estamos dispuestos a recibir el nuevo sufrimiento que ha de venir, esperándolo con calma, con serenidad y con la convicción de que vamos a dar un nuevo paso hacia nuestra perfección, porque no lo dudéis, hermanos míos, el sufrimiento pasado, como nos aconsejan los buenos espíritus, es la prenda de más valor que llevaremos en el reino de Dios.
CONSULTAR, LEER Y ESCUCHAR
Y para convenceros de esto, consultad obras espiritistas; leed comunicaciones; escuchad a los espíritus; observad cuáles son los espíritus más grandes que llegan a nosotros, pobres encarnados de la Tierra, y veréis que son los más grandes los que han sufrido más, los que han llegado hasta al heroísmo, los que han dado su vida para los demás. Escuchemos a un Espíritu de mucha luz que hace pocos días se presentó a la médium, y le dijo:
“¿Por qué buscáis siempre en la Tierra horas de calma y de paz? ¿No sabéis que la Tierra no es morada de paz sino de lucha? Esperad siempre horas de prueba y de sufrimiento; pero esperadlas con ánimo sereno y con valor, y así no os contrariarán tanto las luchas y pesares de la vida.«
“¿Vosotros que amáis tanto al Maestro, no sabéis que Él en la Tierra no encontró sino lucha? ¿Por qué anheláis tanto lo que no es de este mundo? Acordaos que la Tierra es morada de expiación, de prueba y de dolor”.
Hace pocos días que uno de nuestros hermanos sufría mucho por dolores físicos y morales; la médium, en sus oraciones, pidió consuelo por el citado hermano, y el Espíritu se le apareció rápidamente y le dijo:
“Dile al hermano que tanto sufre, que resista los dolores que le acosan, pero con serenidad y valor; que no decaiga, que si sabe sufrir será el mejor trabajo que para su bien habrá hecho en la actual existencia; que recuerde la historia de Jesús y siga en pos de Él ”.
Estos son los consejos de grandes espíritus, porque saben que los sufrimientos son de gran provecho para el Espíritu que sabe sufrir.
… Los espiritistas que han sido héroes en el sufrimiento y en el dolor; los que se han entregado con toda sumisión a la ley divina; los que en medio de sus sufrimientos, no solamente no ha decaído su amor al Padre, sino que han sentido satisfacción en acatar la ley, se presentan con tanta luz y hermosura y con una lucidez y goce divino, que una comunicación o una videncia verdadera de ellos, parece que nos transporta a regiones desconocidas; su influencia es tan sublime, consoladora y edificante, que uno se queda regenerado. Parece imposible que aquel ser que tanto sufrió en el mundo, tenga hoy tanta alegría, tanta dicha y tanta felicidad.
De manera que, si en la Tierra nos agobian los sufrimientos, y con tanto afán deseamos salir de ellos, es por nuestra ignorancia. No quiero decir que hayamos de buscarlos, pero digo que cuando ocurran debemos aceptarlos como un beneficio que viene de arriba y que nos proporciona medios para hacernos espíritus de luz.
…Seamos valerosos. Seamos espiritistas de verdad y hagamos como hace el soldado valiente en medio de la pelea, que con su entusiasmo todo soporta para llegar a la victoria.
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SUFRIR ¿PARA QUÉ? Extraído del capítulo XXXV; “En la Tierra venimos a sufrir, no a gozar”; de la obra: La Luz del Camino).
Imágen de portada: info_tofayel.