Operarios del Mal
Ahí están, en medio de las sombras en las que se movilizan, al acecho de los incautos sobre los que se abalanzan, tan pronto como se abre una brecha mental o emocional para convertirse en los comandantes de circunstancias cuyos fines, no es posible determinar…
Su visión profunda e insidiosa, sumada a la sutileza de sus pensamientos, los convierten de un instante para otro en los amos de la voluntad ajena, a la que pasan a manejar como si de marionetas se tratara.
No hay área del pensamiento humano que no conozcan ni campo emocional que no hayan recorrido destilando discordia, intrigas y multitud de situaciones de las que son hábiles manipuladores.
Allí, sembrando la duda, provocan enfrentamientos soeces de muy difícil recuperación; allá, en la acción del sexo desaliñado, promueven fantasías procaces de arduo desarraigo del sector de la mente no acostumbrada a la armonía; más acá, fomentan el desánimo depresivo y destructor de las más nobles aspiraciones, eliminando con su intriga los estímulos superiores que no alcanzan su objetivo, por encontrar bloqueadas las vías de acceso para tal fin…
¿Quiénes son? ¿De dónde extraen tamaño poder? ¿Qué caudal de energía deletérea emiten, que acaban por fulminar los más importantes proyectos?
Son los retardadores del progreso, viejos personajes nefastos de la historia de la Humanidad, que no se baten en retirada porque aún encuentran un amplio campo de acción para trabajar.
Son los operarios del desamor, de la desidia; los sembradores del odio que culmina en las grandes guerras, quienes a su vez, son instrumentos de los que guardan grandes intereses bélicos, con los que abarrotan sus arcas, aun a costa del hambre, la miseria, la sangre, la orfandad…
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Sí, ahí están, aguardando el instante del descuido mental para insuflar su carga letal en los incautos que aún no percibieron su presencia.
Enemigos milenarios del Cristo, y por ende de sus trabajadores, arremeten contra ellos en la más variada técnica del sigilo y la agresión, muchas veces valiéndose de los legítimos afectos de estos últimos, que se convierten en hábiles elementos para zaherir, ultrajar y difamar.
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Si consideras estar entre los trabajadores de Jesús, mantente alerta de sus celadas, pues de lo contrario, acometerán contra ti y no saldrás indemne de la refriega.
Busca en la oración la asepsia mental y en la obra benéfica el escudo de tu defensa y prosigue la marcha ascensional sin considerar su presencia, a fin de que tú si te conviertas en instrumento del legítimo progreso y de la paz.
(Operarios del mal. Extraído de la obra: DEL MAESTRO AL DISCÍPULO; por el espíritu de Cosme Mariño, psicografía de Juan Antonio Durante. Livraria Espirita Alvorada Editora).