Médiums Sensacionalistas

Médiums Sensacionalistas

La frase de Juan Bautista: “Es necesario que Él crezca y yo disminuya”* es vigente en el comportamiento de los médiums de todas las épocas, especialmente en estos días tan agitados. A semejanza del preparador del camino, «el médium debe disminuir en razón directa en que aumenta el servicio, debe controlar el personalismo, con el fin de que los objetivos a los que se entrega asuman el lugar que les corresponde«.

La mediumnidad es una facultad amoral, en donde los valores éticos de su poseedor la califican. Cuando es puesta al servicio del sensacionalismo, disminuye los centros de registro y se malogra. Asimismo, en razón al uso desorientado que se le da, pasa a ser comandada por entidades perversas y frívolas, que se complacen en comprometer al que no está vigilante, llevándolo a estados de desequilibrio así como al ridículo y finalmente con el tiempo lo empuja hacia obsesiones perniciosas.

Entre los gravámenes que enfrenta la mediumnidad, sobresalen la vanidad y el personalismo del hombre, desviándolo de su rumbo trazado, conduciéndolo al inquietante y consumidor sensacionalismo.

En este caso, el recogimiento, la serenidad y equilibrio que son actitudes que deben caracterizar el comportamiento psíquico del médium, ceden y dan lugar a la inquietud, a la ansiedad, a los movimientos irregulares de las atracciones externas y comienza a sufrir de irritación, de fantasías y cree repentinamente que se ha convertido en una persona especial, irreprochable, pasando a no tener oídos para la sensatez ni discernimiento para la equidad. Llega a ser absorbido por pensamientos de vanagloria y disputado por los irresponsables que le adulan el orgullo, así es llevado a una lenta alucinación, que lo tira al abismo de la locura.

La facultad mediúmnica, como cualquier otra facultad, es transitoria, ésta debe ser preservada por medio del esfuerzo moral de su poseedor, de esta manera se vuelve simpático a los buenos espíritus, que lo inspiran hacia la humildad, la renuncia, la abnegación.

Cuando el personalismo sensacionalista domina el psiquismo del hombre, comienza aturdiéndolo de una forma natural, complicándose más en los sensores mediúmnicos, cuya constitución delicada se desmorona al impacto de choques vibratorios de los individuos inadaptados y de las masas hambrientas, insatisfechas, que siempre están en la búsqueda de novedades y cambios, sin asumir compromisos dignificantes.

San Juan Bosco, quien era portador de excelentes facultades mediúmnicas, las protegía de la curiosidad popular, utilizándolas solamente con discreción para fines superiores. Santa Brígida de Suecia, que poseía variadas expresiones mediúmnicas, mantenía el pudor de la humildad al narrar los fenómenos del que era objeto. José de Anchieta, médium admirable y curador eficiente, actuaba con equilibrio cristiano, buscando siempre transferir para Jesús los resultados de sus acciones positivas. San Pedro de Alcántara, médium virtuoso, poseedor de “varios dones”, los ocultaba con el fin de servir sin ser visto, mientras que el Señor por su intermedio, era engrandecido. Santa Clara de Montefalco trataba de no despertar curiosidad para los fenómenos mediúmnicos de los que era instrumento, atribuyéndolos todos a la gracia divina de la cual decía no merecer.

Los médiums que cooperaron en la codificación del espiritismo sensatamente se anularon, a fin de que la doctrina fije en las almas y vidas las bases de la verdad y del amor como formas para adquirir los valores espirituales liberadores. Todo sensacionalismo altera la realidad y falsea su contenido. Cuando se expresa en el fenómeno mediúmnico, lo corrompe, lo disfraza y lo coloca al servicio de la frivolidad.

Todos los que permitieron en la mediumnidad el engaño del sensacionalismo, a pesar de ser avisados para que se cuiden, bajaron a los abismos del fracaso, engañados y engañando a aquellos que se dejaron fascinar por sus espectáculos, en donde lo que pasó a figurar fue el ridículo.

El tiempo, luchador incesante, se encarga de evaluar los valores y demostrar que el “árbol que el Padre no plantó” termina por ser arrancado. Cuando tales aficionados de la mediumnidad perturbada se den cuenta del error, si están aún en la Tierra, posiblemente el camino de regreso a la sensatez estará muy lejos y el sacrificio para recorrerlo los desanimará.

Ante el sensacionalismo mediúmnico, recordemos a Jesús que, después de los admirables fenómenos de ayuda a las masas, jamás aceptaba el aplauso, los homenajes y felicitaciones de los beneficiados, más bien se refugiaba en la soledad para, en silencio, orar, alabando y agradeciendo al Padre que es la Eterna Fuente Generadora del Bien.

* Juan 3:30 (Nota del autor espiritual)

Manuel Vianna de Carvalho.

Médium Divaldo Pereira Franco
Extraído del libro “Médiums Y Mediumnidades”.

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