Lógica De La Providencia

Lógica de la Providencia

«Después que fuisteis iluminados, soportasteis gran combate de aflicciones.» – Pablo. (Hebreos; 10:32).

Aquellos que cultivan la fe sincera suelen ser considerados en el mundo como grandes sufridores.

Incluso existe el que afirma que se aleja deliberadamente de los círculos religiosos, porque teme el contagio con los padecimientos espirituales.

Los impíos, los ignorantes y los fútiles se jactan de forma espectacular en la vida cotidiana, a través de trazos extravagantes de la fantasía exterior; sin embargo, cuando se aproximan a las verdades celestiales, antes de tener acceso a las permanentes alegrías de la espiritualidad superior, atraviesan grandes túneles de tristeza, de abatimiento y de pesadumbre. Entretanto, el fenómeno es natural, porque habrá siempre ponderación después de la locura, y remordimiento después del desvarío.

No obstante, eso, el problema abarca un círculo más vasto de esclarecimientos.

La misericordia que se manifiesta en la justicia de Dios trasciende la comprensión humana.

El Padre confiere a sus hijos ignorantes y extraviados el derecho a las experiencias más fuertes, solamente después de ser iluminados. Sólo después de haber aprendido a ver con el espíritu eterno es que la vida les ofrece valores diferentes. De ahí en adelante, nacerá en sus corazones la fuerza indispensable para triunfar en el gran combate de las aflicciones.

A pesar de las apariencias, los frívolos y los oportunistas son habitualmente almas frágiles, como ramas secas que se quiebran al primer golpe de los ventarrones. Los espíritus nobles, que soportan las tormentas del camino terrestre, saben de esto. Sólo la luz espiritual garantiza el éxito en las pruebas.

Nadie confía la responsabilidad de un barco, lleno de preocupaciones y de peligros, a simples niños.

Emmanuel

(Lógica de la Providencia, de la obra: Pan Nuestro, capítulo 60; Emmanuel Espíritu; Psicografía de Francisco Cándido Xavier).

Imágen de portada, autor Schäferle. Pixabay.

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