¡Bendita Sea Mi Madre!

¡Bendita sea mi madre!

El que quiera seguirme, que tome su cruz; es decir, que soporte valientemente las tribulaciones que su fe le deparará…» (El Evangelio según el Espiritismo, Cap. XXIV., Ítem 19.)

«He declarado tu nombre a mis hermanos, cantaré tus alabanzas en medio de la congregación». (Hebreos; 2:12).

A lo largo de los años que lleva desencarnada, como médium psicográfico sólo en dos ocasiones obtuve algún escrito suyo. El más significativo fue en la fundación de la Sociedad Espírita Fraternidad, en septiembre de 1980, cuando vino a recordarme las responsabilidades de organizar una célula espírita. Nunca más…

En 1986, con ocasión de un grave accidente automovilístico, que casi se lleva mi cuerpo físico, tuve la oportunidad de visualizarla y captar la información de que los Espíritus de las Esferas Superiores habían respondido a su ruego de que permaneciese un poco más en la tarea de la reencarnación. Esto se configuró como una moratoria – una prórroga de vida que se nos concede, para que podamos completar alguna actividad en el mundo, que se considera relevante para el Mundo Espiritual Superior -, antes de regresar al Invisible, prórroga que puede ser de horas, meses o muchos años.

En la noche del 12 de febrero de 2007, un lunes, nos encontrábamos en la parte final de la reunión mediúmnica de nuestra institución, cuando el Espíritu Camilo me informó que Doña Benedita María – mi madre – iba a escribir, cerrando así los mensajes psicografiados en esa ocasión. Organicé mi mente a través de las vibraciones pertinentes. El mensaje que llegó fue corto, pero con un contenido muy bello sobre la valoración de la vida. Me emocioné al leerlo. La reunión se cerró, y todo pareció volver a su sitio cuando me di cuenta de que aquel día, exactamente el 12 de febrero, Doña Benedita habría cumplido 53 años, y que yo, por mi parte, cumpliría 40 años de actividades en el campo Espírita el siguiente mes de abril.

Todo parecía una coincidencia hasta el momento en que el benefactor Camilo, explicó que Benedita había solicitado a los Nobles Guías de mi reencarnación, la oportunidad de participar más efectivamente de las experiencias vividas tras 4 décadas de mi trabajo espirita; labor por la que ella está tan comprometida en el mundo de los Espíritus.

Como nunca antes había hecho, se dispuso a escribir breves mensajes sobre algunos temas que había seleccionado previamente, con el fin de hacer una pequeña contribución a los corazones sensibles y de buena voluntad, frente a las duras luchas que los encarnados enfrentan en su día a día. Y así lo hizo.

Durante muchas noches, en el aislamiento y la impersonalidad de las habitaciones de hotel, en múltiples viajes a Brasil y al extranjero, bajo los cuidados del Espíritu Camilo, pudo escribir los capítulos que componen la obra “Acciones valientes para vivir en paz” con inmenso cariño y profunda verdad.

Me emocioné profundamente cuando ella expresó su gratitud a Dios por todos los acontecimientos de su vida y de la nuestra.

Cuando yo viajaba por África en febrero de 2008 y, en Mozambique, tuve la oportunidad de alojarme en la Provincia de Inhambane. Doña Benedita me llevó a ver escenas muy importantes y destacadas de reencarnaciones de nuestro pasado lejano, situaciones que la obligaron a volver al plano espiritual antes de tiempo, a los 44 años, y que me llevaron a quedarme huérfano a los 4 años de edad. Me dejó claro cuán justas son las leyes de Dios en cada una de nuestras existencias.

Me corresponde, a mi vez, elevar mi profunda gratitud al Creador por haberme permitido reencarnar como hijo biológico de estas almas tan queridas, Doña Benedita Maria da Conceição y Sr. Raul dos Santos Teixeira, para que pudiera superarme un poco más y aprender a alabar al Gran Padre, por la oportunidad de conocer la luz del Consolador durante los duros días de la orfandad y el inicio de la adolescencia, recordando las palabras de mi madre cada vez que yo, aún muy pequeño, le preguntaba por aquellos seres que veía cruzar las paredes de casa o bajar de las crestas: ‘Son nuestros hermanos de luz, hijo mío, que un día también te llamarán a hacer el bien’.

Hace ya cuatro décadas que esos Hermanos de Luz me invitaron a servir en el campo del bien, y mi bendita Benedita María, cuyo corazón material nunca dejaré de añorar entrañablemente, se une al resto de nuestros amigos, encarnados o no, para elevar al Cielo nuestras oraciones de gratitud por estas décadas que, aunque a menudo estuvieron llenas de muchas lágrimas dolorosas, también estuvieron innegablemente colmadas de una gran alegría de vivir, y de la inimaginable dicha de servir.

Dios te bendiga, amada mamá, preciosa estrella en los cielos nublados de mi anhelo. Muchas gracias por todo lo que has hecho y haces por mí en este interminable mundo de inmortalidad. Continúa dirigiendo este amor iluminado hacia tu hijo, que aún es tan simple y tan necesitado de tu protección y bendiciones.

Madre mía, ¡alabada seas!

Raul Teixeira

Maputo-Mozambique, el 26 de febrero del año 2008.

Extraído del SUMARIO. Del libro: “Acciones valientes para vivir en paz”; por el Espíritu de Benedita Maria. Psicografía de José Raúl Teixeira.

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