Por Nosotros Mismos

Por nosotros mismos.

Cuando la muerte del cuerpo terrestre nos conduce a la sociedad de los Espíritus, muchas veces nos vemos rodeados por el amor puro que nos sumerge en un divino resplandor.

Antiguos afectos que el tiempo no ha borrado de nuestra memoria, resurgen de improviso y nos envuelven en la melodía de la ventura ideal; amigos a los que suponíamos haber servido con un mínimo gesto benéfico, reaparecen junto con el nuevo día y nos abren sus brazos; sonrisas espontáneas como flores de cariño brotan en semblantes nimbados de esplendor.

Casi siempre, a pesar de ello, ¡ay de nosotros!… Nos reconocemos en el festival de la alegría perfecta como lodo blando que injuria el carruaje solar. Cuanto más la bondad fulgura en torno, más nos oprime el peso de la frustración.

Nuestro pecho, como un violín de barro, no consigue responder al arco de estrellas que tañe nuestras cuerdas desafinadas; y del corazón, semejante a un címbalo muerto, sólo arrancamos lágrimas de profundo arrepentimiento, para llorar.

¡Es entonces que nos lamentamos por las luchas despreciadas, por las oportunidades perdidas!

Deploramos la rebeldía del pasado ante los llamados del bien, que nos hubieran conferido merecimiento, y la fuga deliberada a los testimonios de humildad que hubieran propiciado nuestra renovación.

Nos sentimos amparados por indescriptibles exaltaciones de claridad y ternura, pero por dentro llevamos todavía una carga de remordimiento y carencia.

Por eso nos excluimos de la asamblea gloriosa para «suplicar el retorno a la arena del mundo«, hasta que la reencarnación nos purifique con conquistas de experiencia y valor.

¡Alma, tú que lloras dentro de la trama física, canta loas al cepo que te hace sufrir, al cual estás temporariamente amarrada en la Tierra!

Bendice las espinas que te lastiman. Bendice el llanto que lava los más recónditos pliegues de tu ser.

Cumple pacientemente con el trabajo que la vida te demanda, porque llegará el día en que los compañeros amados, que te han precedido en la vanguardia de luz, estarán a tu lado pronunciando plegarias triunfales a medida que te desliguen de las últimas cadenas, de modo que compartas con ellos cánticos de victoria en la gran liberación.

Emmanuel

Por nosotros mismos«; de la obra: JUSTICIA DIVINA. Por el espíritu Emmanuel. Psicografía Francisco Cándido Xavier).

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