LA CARIDAD SEGÚN SAN VICENTE DE PAUL
Las obras de la codificación espírita son una fuente inagotable de conocimiento espiritual. En una primera lectura de su contenido, apenas podemos captar una pequeña parte de su sabiduría profunda, lo cual nos obliga a estudiarla detenidamente para, con el tiempo, ir comprendiendo mejor sus enseñanzas trascendentes.
En esta ocasión vamos a fijarnos en la obra: El Evangelio según el Espiritismo, donde, en el capítulo XIII, en Instrucciones de los Espíritus; en el ítem 12, bajo el título: La beneficencia; se encuentra un mensaje de San Vicente de Paul que es nuestro deseo comentar brevemente, porque nos aporta luz y claridad, muy necesarias para estos tiempos actuales.
Vamos a reflexionar sobre algunos párrafos de este mensaje que nos han llamado especialmente la atención. Comenzaremos por varias frases donde el que fuera sacerdote francés del siglo XVII, nos habla de la caridad, del olvido en el que hemos incurrido las personas respecto a las enseñanzas del Maestro Jesús, y la necesidad de depositar más fe e interés en el estudio del evangelio.
(*) “¿No os dijo Cristo todo lo relativo a las virtudes de la caridad y el amor? ¿Por qué dejar a un lado sus divinas enseñanzas? ¿Por qué cerrar los oídos a sus sublimes palabras, y el corazón a sus dulces máximas? Quisiera que los hombres dispensaran más interés, más fe, a las lecturas evangélicas…”
De ese desinterés y falta de valoración de las enseñanzas sublimes del Cristo, nos vienen todos los problemas morales que acucian a la sociedad; hemos desarrollado nuestra inteligencia, avanzado en el conocimiento tecnológico y científico, pero nos hemos olvidado de mirar hacia el interior de nuestros corazones, fuente de conflictos, que nacen de la falta de autoanálisis, y, sobre todo, del predominio que el materialismo todavía ejerce sobre nuestras vidas, asfixiando la realidad espiritual que nos envuelve.
“No obstante, desprecian ese libro, pues lo consideran un depósito de palabras vanas, una carta cerrada. Dejan en el olvido ese código admirable. Vuestros males provienen, de hecho, del abandono voluntario al que relegáis ese compendio de las leyes divinas. Así pues, leed esas páginas que irradian la abnegación de Jesús, y meditad acerca de ellas…”
En ese “compendio de las leyes divinas” como lo llama el venerable espíritu, se encuentra la llave para comprender mejor el sentido trascendente de la vida, desechando las ilusiones vanas que nos distraen de los objetivos reales, y que al alejarnos de ellos, nos perturban la existencia y nos generan innumerables conflictos. Por todo ello, tenemos la necesidad de leer y meditar sobre los valiosos mensajes de sabiduría que nos traen sus páginas.
“Hombres fuertes, ceñid vuestras armas. Hombres débiles, convertid en armas la benevolencia y la fe que os caracterizan. Sed más persuasivos, tened más constancia en la propagación de vuestra nueva doctrina…”
Con la benevolencia y la fe como estandartes, la persuasión vendrá de los resultados de un comportamiento coherente con las “nuevas ideas” y responsable en su puesta en práctica. También comprender que la divulgación de la “nueva doctrina” no es tarea fácil, porque para que sean aceptadas por una amplia mayoría, necesitan primero, de un tiempo de maduración, con lo cual, es preciso actuar con la convicción de que más pronto o más tarde llegarán los resultados; mientras tanto y ante las piedras del camino, será preciso la constancia en el trabajo de siembra, hasta que la tierra este suficientemente fértil y preparada para que la semilla germine y crezca.
“Sólo para estimular vuestra vigilancia y vuestras virtudes es que Dios permite que nos manifestemos entre vosotros. No obstante, si lo quisierais, os bastaría la ayuda de Dios y la de vuestra propia voluntad, pues las manifestaciones espíritas solamente están destinadas a los que tienen los ojos cerrados y el corazón rebelde…”
Con esta reflexión, San Vicente de Paul les da un valor relativo a las manifestaciones espíritas; “solo para estimular vuestra vigilancia y vuestras virtudes”; gracias a los consejos que la espiritualidad superior nos trae para recordarnos la necesidad de la transformación moral; la única que nos permite elevar la conciencia y ascender en el empinado camino que nos tiene que llevar a la plenitud. Del mismo modo, los fenómenos mediúmnicos se prodigan, sobre todo, entre las personas que más necesitan despertar a la vida espiritual que nos envuelve; una realidad espiritual que nos invita a elevar la sintonía vibratoria con buenos pensamientos; al cambio real en nuestra forma de actuar en el día a día; estimulándonos siempre al bien y el progreso.
“La caridad es la virtud fundamental que debe sustentar el edificio de las virtudes terrenales. Sin ella, las demás no existen. Si falta la caridad no existe la esperanza de un destino mejor, no hay interés moral que nos guíe. Si falta la caridad no existe la fe, porque la fe no es más que un rayo de gran pureza que confiere brillo al alma caritativa…
La caridad es, en todos los mundos, el ancla eterna de la salvación; es la más pura emanación del Creador; es su propia virtud, que Él ha legado a la criatura…”
Como vemos en este mensaje, San Vicente ensalza la importancia capital de la caridad, como virtud fundamental que sustenta a todas las demás. Es la ley del amor en su más pura expresión, es el pilar donde se sustenta la fe.
También, añade que es la propia “virtud del Creador”, su más “pura emanación”. Palabras bellas y profundas que expresan con claridad que no existe otro camino más recto y más eficaz; el único capaz de reunirnos a todos en armonía, en paz, al calor de una misma llama universal, y de proporcionarnos la felicidad autentica.
Redacción Hogar Fraterno.
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(Capítulo XIII. No sepa tu mano izquierda lo que da tu mano derecha. Instrucciones de los Espíritus. Ítem 12: La beneficencia. El Evangelio según el Espiritismo).
(*) Texto en negrita: Mensaje de San Vicente de Paúl. París, 1858.