Experiencias De Muerte Compartidas

Experiencias de muerte compartidas: Testimonio.

Recogemos aquí uno de los numerosos testimonios de personas que han vivido una experiencia de muerte compartida. Lo hemos extraído del chat de una página web que había publicado un artículo sobre experiencias cercanas a la muerte. Este caso en concreto es un magnífico ejemplo por la espontaneidad y sencillez de sus protagonistas. La narración de la experiencia vivida por José María junto a su hermana en relación a los últimos momentos de la vida física de su padre, es un excelente regalo para todos nosotros por su interés y su esperanzador mensaje…

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El 4 de agosto hará un año que se fue mi padre. Y digo se fue y no se murió, no porque quiera pensar que fue así, o porque ese sea mi consuelo, sino porque así lo vi y lo viví.

Lejos de ser la experiencia amarga y traumática que yo esperaba, fue la experiencia más intensa que he vivido hasta ahora.

Yo nunca he sido creyente, como mucho me consideraría agnóstico. Mi padre tampoco era para nada creyente, y desde luego no tenía ninguna gana de morir. Digo esto para dejar claro que la experiencia que tuve no era por haber estado influenciado de alguna manera en este sentido.

Mi padre había tenido una hemorragia pulmonar como consecuencia de una metástasis. Cuando ingresó en urgencias los médicos me dijeron que apenas viviría unas horas. El caso es que después de 4 días aún seguía vivo. Los médicos no se podían explicar cómo seguía allí. Durante esos 4 días, mi hermana y yo no nos separamos de su lado, pues esperábamos su muerte en cualquier momento. Él estaba sedado y no mostraba ningún signo de que fuera consciente de lo que ocurría a su alrededor. Curiosamente y no sé como sucedía, había ocasiones en que notaba perfectamente que me “hablaba” de alguna manera, y me decía lo mucho que nos quería. Además, comprendí claramente que estaba vivo por amor hacia nosotros, y me di cuenta del esfuerzo que eso le suponía.

Cuando volví de comer algo el 4º día, mi hermana me dijo que acababa de irse la doctora de paliativos y que le había dicho que mi padre estaba esperando que “le diéramos permiso para partir”, y que hasta que no lo hiciéramos, él aguantaría lo imposible para seguir ahí.

A mí eso me pareció algo surrealista, pero dada la situación me armé de valor y me puse a un lado de la cama, mi hermana estaba al otro. No sé por qué razón puse mi mano sobre su corazón. Notaba su latido perfectamente. Le dijimos lo mucho que le queríamos, que se podía ir tranquilo, que nosotros estábamos ya preparados para seguir solos, y que era hora de que pudiera descansar.

Fue decirle: “Adiós papá… hasta pronto”, y su corazón dejó de latir. Me quedé sorprendidísimo; pero ahí no había acabado todo…. Inmediatamente “noté”, “vi” o “sentí” como salía de su cuerpo, me “atravesaba” y se iba. Miré a mi hermana y por la cara que tenía supe que estaba sintiendo lo mismo que yo… Empezó a decir: ¿Lo has visto? Inmediatamente nos embargó una paz como nunca había sentido; todo me parecía maravilloso. No sé si la habitación se iluminó de alguna manera, pero fueron unos segundos o minutos, no sé, en los que desde luego tuvimos un “destello de eternidad”.

Miré el cuerpo de mi padre y tuve la sensación de ver una “funda vacía”; vi perfectamente que él ya no estaba allí. En ese momento no me hubiera importado en absoluto si hubieran cogido ese cuerpo y lo hubieran tirado directamente a la basura.

Cuando salimos del hospital, mi hermana y yo estábamos casi eufóricos. Si, aunque cueste creerlo, a mí el primero. Es más, si acaso me sentía mal era por sentirme tan bien.

¿Es esto una especie de muerte compartida? No lo sé.

Por supuesto que le echo de menos, y creo que no hay día que no me acuerde de él, pero tanto mi hermana como yo, no hemos pasado por ningún tipo de duelo. Pero lo que más me sorprende es que, a pesar de que mi padre nos visitaba a diario, y su relación tanto con mi hermana como conmigo era muy intensa y era el abuelo maravilloso; mis hijos y mis sobrinos están perfectamente, como si nada hubiera pasado.

Lo único que sé es que lo que vi fue real, no fue una alucinación. Mi hermana sintió lo mismo. Eran las 4 de la tarde y no estaba soñando. Estaba perfectamente sereno y hacía tiempo que había asumido que la muerte de mi padre era un simple proceso biológico que seguía su curso.

Lo único que sé ahora es que somos algo más que un cuerpo biológico, que hay algo más. ¿Alma?, no lo sé, solo sé que “eso” que era mi padre salió de su cuerpo y se fue. Lo vi.

José María.

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