Acepta la Corrección
“Y, en verdad, toda corrección, en el presente, no parece ser de gozo, sino de tristeza, más, después, produce un fruto pacifico de justicia en los instruidos por ella.” – Pablo. (HEBREOS, 12:11.)
La tierra bajo la presión del arado, se rasga y dilacera, no en tanto, al breve tiempo, de sus hileras rectificadas brotan flores y frutos deliciosos.
El árbol, en régimen de poda, pierde vastas reservas de savia, desnutriéndose y afeándose; sin embargo, en las semanas siguientes, que pasan muy rápidas, se cubre de nueva robustez, habilitándose para la belleza y para la abundancia.
El agua humilde abandona el bienestar de la fuente, sufre los impositivos del movimiento, alcanza el gran río y, después, parte a la grandeza del mar.
Cual ocurre en las esferas simples de la Naturaleza, acontece en el reino complejo del alma.
La corrección es siempre ruda, desagradable, amarga; no obstante, en aquellos que le aceptan su luz, resulta siempre en frutos bendecidos de experiencia, conocimiento, comprensión y justicia.
La Tierra, el árbol y el agua la soportan a través de constreñimiento, más el hombre, campeón de la inteligencia en el Planeta, es libre para recibirla y aplicarla en el propio corazón.
El problema de la felicidad personal, por eso mismo, nunca será resuelto por la fuga al proceso reparador.
Se exterioriza la corrección celeste en todos los ángulos de la Tierra.
Raros, con todo, son los que aceptan la bendición, porque semejante dadiva, en la mayor parte de las veces, no llega envuelta en el armiño, y, cuando es llevada a los labios, no se asemeja al sabroso confite. Surge, revestida de aguijones o mezclada de hiel, para guisa de remedio curativo y saludable.
No pierdas, por tanto, tu preciosa oportunidad de perfeccionamiento.
El dolor y el obstáculo, el trabajo y la lucha son recursos de sublimación que nos compete aprovechar.
(Acepta la Corrección; extraído de la obra: FUENTE VIVA; por el espíritu de Emmanuel y a través de la mediumnidad de Francisco Cándido Xavier).