Reflexiones Sobre El Aborto

Reflexiones sobre el Aborto

Si atendemos a los datos, solo en España, de la incidencia de abortos realizados durante los últimos tiempos, los resultados son espantosos. Vivimos una crisis de valores sin parangón.

El último informe del Ministerio de Sanidad de España, con los datos de 2021 arroja 1.920 interrupciones voluntarias más que en 2020, cuando el mundo aún mantenía numerosas restricciones por el COVID. La tasa vuelve a tener una incidencia similar a la de años anteriores a la pandemia y el confinamiento. En total, durante el mismo año 2021 abortaron 90.189 mujeres, de las que 312 eran niñas de menos de 15 años.

Otra cifra para la reflexión es que algunas mujeres recurren a la interrupción voluntaria de la gestación casi como un método anticonceptivo. Los datos desvelan que en 723 casos que pasaron por esta experiencia no era su primera vez; habían abortado ya en… ¡más de cinco ocasiones! (Nuria Ramírez de Castro. ABC; Madrid – 27/12/2022).

Con estos datos, nos podemos dar cuenta de qué manera se puede llegar a banalizar socialmente o pretender normalizar unas prácticas que afectan a lo más hondo, a la parte más sensible del ser humano y cuya principal víctima es la mujer.

En unos tiempos en que lo religioso, y hasta lo espiritual se trata de desacreditar y de relegar a un segundo o tercer plano; cualquier postura, hoy día, a nivel social, y sobre todo política, que ensalce los valores de la familia, de la mujer en su amplia dimensión, como madre o como esposa, quedan desacreditadas y tachadas de radicales, sufriendo el acoso y el rechazo sistemático; consecuencia de una crisis de valores sin precedentes. Un signo de la decadencia que caracteriza los tiempos que corren y que marcan el fin de una época para dar comienzo a otra; eso sí, con muchos damnificados por el camino, muchísimas víctimas que, arrastradas por las olas del pseudo-modernismo, les inducen a cometer actos de consecuencias nefastas, y cuyas secuelas físicas y sobre todo psicológicas arrastrarán durante toda su vida.

No estamos hablando de conceptos éticos o morales impuestos, no…, estamos hablando de pautas comportamentales que forman parte de la estructura más íntima y delicada de la “conciencia”; de esa parte tan importante del ser, que no está sujeta a los convencionalismos sociales o a las interpretaciones transitorias del comportamiento en boga…

La conciencia es la propia esencia del ser; es personal e intransferible, es la semilla de Dios colocada en el ser como guía infalible que nos debe conducir hacia Él, es la brújula que nos corrige el sendero en el empinado camino de la evolución espiritual. Podemos acallarla, interpretarla según nuestros intereses temporales, pero nunca modificar su esencia porque procede de Dios. Esta nos dice: “No matarás”, y sobre eso no hay medias tintas. Es algo que no admite excusas. Es como si, por ejemplo, quisiéramos sortear la ley de la gravedad, ignorándola o pretendiendo que actúe a nuestro capricho o intereses: Imposible.

Por lo tanto, es una cuestión de conciencia, y esta se agranda y se hace más visible, en la medida en que nos espiritualizamos, y al mismo tiempo, vamos puliendo las aristas del materialismo sensorial e ilusorio que nos envuelve; para lo cual, necesitamos una buena educación, una educación que margine el inmediatismo, sustituyéndolo por una visión más amplia de la vida, del ser en su dimensión como espíritu inmortal, sujeto a unas leyes divinas (naturales) que son sabias y justas.

Todo lo que obstaculiza la marcha de la naturaleza es contrario a la ley natural

(Pregunta 693. Libro de los Espíritus) Allan Kardec.

Las religiones, en sus principios fundamentales rechazan el aborto. El Espiritismo nos aporta nuevas luces sobre este tema y nos dice que la vida es una porque la muerte no existe, que somos responsables de nuestros actos y estos siempre tienen consecuencias… Que de la pareja se construye la familia, y de la familia se construye una sociedad sana y con unos principios ético-morales, de solidaridad, tolerancia, amor, caridad, y todos aquellos valores que permiten el avance de la humanidad, no sólo desde el punto de vista intelectual, sino también moral.

…la maternidad, en cualquier circunstancia, es una bendición de Dios. Desde que la mujer tenga la nobleza de asumir la responsabilidad, como resultado de la práctica del acto sexual, ella se eleva a recuperarse delante de sí misma y de la comunidad donde fue colocada a vivir. Poco importa que se diga que no es una maternidad legal (o inconveniente a sus intereses profesionales, sociales, etc.); ya que ella es siempre moral, desde que la madre esté ofreciendo al fruto de aquel momento de amor la oportunidad de una vida edificante».

«Diríamos que la maternidad debe ser llevada siempre adelante, porque el aborto, además de un crimen, es un mal ignominioso, ya que es aplicado contra un indefenso. La maternidad, por lo tanto, es una dádiva divina. Se debe recibir, puesto que el ser que llega al mundo es un alma sedienta de cariño, que busca un lugar al sol”. (Esclarecimientos Espíritas. Divaldo Pereira Franco).

Redacción de Hogar Fraterno.

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