Sexo

«Yo sé, y estoy plenamente persuadido en el Señor Jesús, que nada es inmundo en sí mismo; pero para el que considera que algo es inmundo, para él sí lo es.» – Pablo. (Romanos, 14:14.)

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Cuando Pablo de Tarso escribió esta observación a los Romanos, se refería a la alimentación que, en aquella época, era objeto de áridas discusiones entre gentiles y judíos.

En la actualidad, el hecho de comer ya no despierta polémicas peligrosas, entretanto, podemos tomar el versículo y proyectarlo en otros sectores de falsa opinión.

Veamos el sexo, por ejemplo. Ningún departamento de la actividad terrestre sufre mayores alevosías que este. De forma general, el hombre, profundamente ciego de espíritu, aún no consigue descubrir en el sexo a uno de los más sublimes motivos de su existencia.

En la lucha planetaria, las más bellas realizaciones fueron proporcionadas por el Señor a las criaturas por intermedio de las emociones sexuales, como: la aproximación de las almas en la paternidad y en la maternidad, la creación y la reproducción de las formas, la extensión de la vida y los valiosos estímulos al trabajo y a la regeneración; sin embargo, los hombres desdeñan el “lugar santo” y ofrecen en sus altares los fantasmas del libertinaje.

El sexo ha formado el hogar y ha creado el nombre de madre; pero el egoísmo humano ha hecho en cambio absurdas experiencias de animalidad, preparando crueles pruebas para sí mismo.

El Padre ofreció a sus hijos un santuario; no obstante, la oferta de ellos ha sido la incomprensión. Es por esto que historias dolorosas y aflictivas se extienden a través de todos los continentes de la Tierra.

Aun así, sumergido en deplorables desvíos, pregunta el hombre por la educación sexual, exigiéndole sus programas.

Sí, semejantes programas podrían ser útiles; sin embargo, solamente serán efectivos cuando se disemine la santa noción de la divinidad del poder creador, porque mientras haya inmundicia en el corazón de quien analice o de quien enseñe, los métodos no pasarán de cosas igualmente inmundas.

Emmanuel – (Espíritu)

Extraído de la obra: Pan Nuestro. Capítulo 94. SEXO. Por el Espíritu de Emmanuel, psicografía de Francisco Cándido Xavier.

Foto portada: Chuotanhls.

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