LA COMPASIÓN
La compasión es el más santo de los amores. Todos los afectos terrenales se parecen a los prestamistas usureros, que sacan a un pobre de un apuro para hundirlo luego en la miseria y en la ruina cobrándole el ciento por ciento de intereses en sus préstamos.
De igual manera el cariño puramente terrenal, en sus diversas gradaciones, exige la correspondencia a sus demostraciones y sacrificios.
Tiene tan imperiosas exigencias el amor, que puede considerarse como un cambio de egoísmos, capaz de acabar con la paciencia hasta de aquellos que, tomando ejemplo de Job, sufren sin murmurar las desconfianzas irritantes de los celos, las reconvenciones intempestivas y violentas y toda esa cohorte de majaderías que empequeñecen y hacen insoportables ciertas afecciones humanas.
Sólo la compasión es la que ama al hombre, sin exigirle recompensa alguna.
Ella besa la frente del niño expósito, hijo quizá de una ramera y de un asesino; estrecha la mano del anciano mendigo, sin preguntarle qué hizo ayer; aconseja al delincuente, da hospitalidad al peregrino, viste al desnudo y separa a los combatientes; ella hace el bien por el bien mismo, y a veces el hombre compasivo favorece a los suyos ignorando que su humanitario proceder redunda en beneficio de personas íntimamente unidas a él con lazos de parentesco o de cariño.
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… estudiando la naturaleza de ese sentimiento que se llama compasión, he podido convencerme de que compadecer es amar, amar con el amor más desinteresado.
¡Compasión! ¡Tú eres la Providencia de los débiles!
¡Tú eres la religión de las almas buenas!
Tú, como el sol, difundes benéficos rayos, y con tu calor bendito recobran aliento los caídos.
Tú eres la Virgen inmaculada, superior a todas las vírgenes santificadas por los cultos.
¡Bendita! ¡Bendita seas, compasión! Yo te rindo culto con toda la efusión de mi alma, y compadeciendo a todos los que sufren, creo que elevo al cielo mis más fervorosas plegarias.
Amalia Domingo Soler
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Extraído del capítulo titulado: “La Compasión”; de la obra: CUENTOS ESPIRITISTAS, de Amalia Domingo Soler.
Imagen portada: Sonnenstrahl.